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Entre los años 1975 y 1978 coincidimos en Jerez y en Juventudes Comunistas un numeroso grupo de gente. Nos hemos buscado durante meses. Entre ex militantes y simpatizantes de entonces, más algunos grupos de camaradas de ciudades cercanas llegamos a formar una lista de casi noventa personas, de las que cincuenta nos hemos reunido el Sábado 27 de septiembre de 2008... Así empezaba nuestro blog, pero ahora eso ya es historia...

viernes, 20 de junio de 2008

De la JIC a la UJCE: la segunda generación


El Instituto Coloma fue el lugar donde cuajó el segundo foco fundacional de las Juventudes Comunistas en Jerez, surgido meses después del que más tarde conocimos como el Grupo del Polígono.

El grupo del Instituto fue el resultado del desembarco masivo en Juventudes de quienes nos habíamos formado durante más de un año al amparo de la denominada Juventud Católica de los Medios Independientes (JIC), que de algún modo constituía un cierto espacio alternativo a la más conocida y hegemónica JOC (Juventud Obrera Cristiana) en el mundillo de los grupos cristianos progresistas.

Entre ambas organizaciones existían diferencias de misión dictadas en origen: mientras que la JIC era el espacio de encuadramiento de empleados y trabajadores del sector servicios, el apostolado de la JOC se dirigía preferentemente a trabajadores manuales y tenía una mayor vocación por la acción en barrios. Pero en aquellos meses otra importantísima diferencia se abrió con su desigual respuesta al debate abierto en torno a la cuestión de la doble militancia, cristiana y política, que la JIC resolvió pronunciándose abiertamente a favor, mientras que en la JOC persistieron las reservas e incluso la oposición a que sus militantes lo fuesen también de partidos políticos.

Quienes finalmente desembocamos en Juventudes Comunistas nos habíamos ido conociendo entre 1974 y 1975 en frecuentes reuniones de pequeños grupos que pululaban por los locales de San Pedro y en la Casa de Acción Católica, tutelados por militantes de mayor edad de la JIC. Había un núcleo compacto que habían compartido bachillerato en el Mundo Nuevo: Juan Pino, el Chema, el Férrum, El Caro…y con ellos la Trini y la Carmela. Había también un grupo de niñas (Maribel Martín, Ana Carrasco, Cristina, la Maui…), salvadas, como la Trini y la Carmela, de colegios de monjas que no pudieron contra sus conciencias. Y había también un grupo (Ángeles Comesaña, Toñi Ramírez, Adelaida Núñez, Nieves Calvillo y el Bernal), animado directamente por el Larri desde sus clases de Religión en el Coloma. Sólo el Bernal terminaría vinculándose activamente a la JIC, casi al mismo tiempo de ingresar en una célula de la Joven Guardia Roja constituida en el club juvenil del Colegio San José, bajo el magisterio de Joaquín Carrera y tratando de mejorar su imagen ante la Chari, joven, guardia y roja, prima catalana de la Inma y de vacaciones en Jerez durante aquel verano del 75. Durante un tiempo el Bernal debió salvar la contradicción que suponía declararse marxista, leninista, estalinista y maoísta al mismo tiempo que ejercía como militante cristiano, tratando de convencerse y de convencer a sus dirigentes de que la JIC podría ser una buena plataforma desde la que extender la influencia revolucionaria del Partido del Trabajo de España (PTE), además de brindarle una tapadera con la que disimilar alguna que otra actividad obligada por la clandestinidad.

En el verano del 75 casi todos nos incorporamos formalmente a la JIC. El acontecimiento tuvo lugar en el transcurso de una singular asamblea en los locales de la parroquia de San Rafael. En aquel acto incluso elegimos una delegación propia de los militantes neófitos que participó pocos días después en un encuentro estatal de la JIC celebrado en el Colegio El Pilar.

Casi al mismo tiempo, y con la determinante influencia ideológica que ejercía Ramón Calvillo en todo el grupo, especialmente en el procedente del Mundo Nuevo, casi todos ingresaron en Juventudes Comunistas.

Ya en el Instituto, a comienzos del emblemático curso 75-76, se fueron sumando nuevos efectivos: el Gilito, que no había pasado por la JIC y que ya había ingresado en Juventudes en contacto con el Grupo del Polígono, el Tecla, que venía también del Mundo Nuevo pero que tampoco ingresó nunca en la JIC, la Pepa, la Mamen, las trebujeneras Encarna y Toñi la cartera... El Bernal tardó unos meses, hasta enero del 76, superada la cura de burro que supuso su caída con la Joven Guardia a principios del anterior mes de diciembre y aprobada su primera lección de pragmatismo político de la mano de Ramón Calvillo.

El grupo de las Juventudes Comunistas en el Coloma difícilmente encaja con lo que entonces se entendía como una célula, en tanto estructura primaria de organización de las bases. Se parecía más a lo que los partidos políticos actuales denominan Agrupación, con la diferencia de que nunca tuvo una estructura directiva propia y formalmente constituida. Fue un ámbito numeroso que llegó a reunir a más de cuarenta militantes. Sus límites nunca fueron totalmente precisos, pero esto fue más un factor de fortaleza que de debilidad: había gente que había hecho una opción por una militancia activa y continuada; pero había también amigos y conocidos, de antes y de entonces, que sin llegar a ingresar formalmente en Juventudes participaban de muchas de nuestras reuniones y actividades (el Guti, el Tacuba, Antonio Liaño…), o bien terminaron incorporándose a Juventudes o, más tarde, al Partido en la Universidad (Eduardo Roldán, Ramón Jiménez, la Neni, Tere Narbona, Clarines, Chari Muñoz…). El espacio que de algún modo operó como instancia intermedia fue la sección propia de la Junta Democrática que constituimos a comienzos de curso.

La peripecia de aquellos meses en el Instituto (dos huelgas, una gran manifestación, una asamblea de delegados prácticamente copada por militantes de Juventudes) sirvió como un potente factor de aprendizaje político y de cohesión humana. La consolidación de aquel grupo corrió paralela a la desintegración paulatina del del Polígono, cuyos efectivos se pasaban al Partido (Blanca, el Beri, Joaquín y Ginés Carrasco…) o simplemente empezaban a distanciarse (Juan Pedro, Alfonso y Juan José López Jarillo ingresaron en las Juventudes Libertarias de la CNT). Esto contribuyó a que el núcleo del Instituto terminase sustituyendo al del Polígono como columna vertebral de la organización local de Juventudes durante el año y medio siguiente, hasta que la dispersión obligada por el paso a la Universidad hizo efecto y una tercera generación tomó el relevo (la de Pedro Calvillo, el Juan Ángel, Antonio Junquera, Andrés Gago, Pili Lozano, la Nena, la Tania, Inés Ramírez, Manuel Bernal y Mari Calderón…).

En el seno de Juventudes todavía se mantuvieron activos algunos elementos del núcleo del Coloma (el Férrum, la Pepa, que empezó Medicina al año siguiente, la Mamen, el Bernal, ya estudiando en Cádiz pero manteniendo con Paco Acosta la organización provincial…). Pero el Instituto dejó de ser el espacio emblemático de las Juventudes Comunistas de Jerez, decreciendo su influencia en favor de una segunda generación de la Joven Guardia Roja (la del Cristi, Pepe Vergel, Manuel Astorga…), que pasó a controlar la asamblea de delegados y a convertirse en la fuerza política dominante.

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