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Entre los años 1975 y 1978 coincidimos en Jerez y en Juventudes Comunistas un numeroso grupo de gente. Nos hemos buscado durante meses. Entre ex militantes y simpatizantes de entonces, más algunos grupos de camaradas de ciudades cercanas llegamos a formar una lista de casi noventa personas, de las que cincuenta nos hemos reunido el Sábado 27 de septiembre de 2008... Así empezaba nuestro blog, pero ahora eso ya es historia...

viernes, 20 de junio de 2008

El tiempo de los sueños

Andaba yo desde pequeño imbuido en el tabú familiar -creo que común a muchas familias españolas que habían sufrido la represión del franquismo, y el sufrimiento de la posguerra- de no hablar ni pensar en politica, ni saber nada de ella, cuando Ramón Calvillo, compañero del colegio con quien compartía la idas y venidas de casa al Mundo Nuevo junto con Juan Pino, me soltó un exabrupto revolucionario que removió mis esquemas. Fue algo así como "por culpa de la gente que no quiere saber nada de politica estamos como estamos". Mi evolución hacia un pensamiento de izquierdas se inició desde el compromiso crisitano aunque ahora, pasado ya mucho tiempo, me reconozco más como un escéptico situado en la izquierda que como un auténtico revolucionario. Mi estancia en la UJCE tuvo un componente sin duda ideológico, pero también romántico, todo sea dicho. Todos los jóvenes necesitamos un grupo de referencia del que sentirnos parte, con quien pasar el tiempo y divertirse, aprender el juego de vivir, pasarse de la raya y ser alguien. Lo bueno es que no solo había diversión. Había ideología, compromiso, y acción. O dicho de otro modo, nuestra diversión consistía en hacer cosas muy serias, destinadas a cambiar el mundo, la sociedad en la que vivíamos. Hacer cosas jugándonos la libertad, y a veces la integridad física. Y no era insensatez ni mucho menos. Era coherencia.

Quizá alguno sonría con con ironía al leer esto. El inicio de la transición marcó el fin de la inocencia y transitamos a la madurez como generación del desencanto. Suena a tópico, pero creo que esta transmutación del mundo dejó nuestro culo idealista al aire. Fui miembro activo de la lucha del movimiento obrero, pero me hice profesional. Deseaba un reparto justo de la riqueza, pero sigo sin saber cómo se puede hacer sin alimentar parásitos.

Ultimamente ando diciendo que perdimos el disfraz de proletarios para dejarnos vestir de consumidores, donde veo el nuevo escenario de la lucha de clases.

A quien le parezca que padezco un tic de rojo antediluviano, le diré que no me extraña, pues aquellos años y aquellos camaradas me marcaron para siempre.

A ver si nos vemos... y que nos quiten lo bailao.

Ferrum

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