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Entre los años 1975 y 1978 coincidimos en Jerez y en Juventudes Comunistas un numeroso grupo de gente. Nos hemos buscado durante meses. Entre ex militantes y simpatizantes de entonces, más algunos grupos de camaradas de ciudades cercanas llegamos a formar una lista de casi noventa personas, de las que cincuenta nos hemos reunido el Sábado 27 de septiembre de 2008... Así empezaba nuestro blog, pero ahora eso ya es historia...

viernes, 20 de junio de 2008

Tocata y fuga




En septiembre del 76 la mayor parte del grupo formado en el Instituto Coloma durante el curso anterior estaba a punto de ingresar en la Universidad. Por estatutos, la Universidad era terreno del Partido. De manera que el cambio de estudios significaba el abandono de la disciplina de Juventudes, salvo para quienes ejercían responsabilidades mayores en organizaciones locales o provinciales a quienes se les permitía seguir en Juventudes o ejercer la doble militancia.

Nuestra primera toma de contacto con el Partido Universitario estuvo a punto de acabar en catástrofe en forma de caída en masa.

Se había preparado una reunión numerosa en una casa de la calle San Agustín, inhabitada para la ocasión por la familia de una universitaria y simpatizante del Partido que nadie recuerda muy bien quién era. La reunión la presidía Epifanio, el Epi, en su condición de responsable político provincial del Partido Universitario. Es a quien únicamente recuerdo con nitidez, aunque imagino que por allí andaban también otros camaradas universitarios de Jerez en Cádiz (Manolo Huerta, Paco del Río, Paco Angulo…), acogiéndonos en el nuevo seno a no menos de catorce o quince neófitos.

El piso era interior, sin ventanas a la calle. De pronto, golpes contundentes y poco amigables en la puerta. Punto de mosqueo y silencio. Alguien se asoma por la mirilla y pregunta en un susurro si se conoce a los dos individuos que insistían en su aporreo. Más miradas asustadas por la mirilla. Evidentemente no son invitados a la reunión. Pero sobre todo tienen una pinta manifiesta, más que sospechosa, de Brigadilla. Glup generalizado y principio de pánico colectivo. Pero bajo control. Mantenemos el silencio y casi la respiración. Nadie se mueve.

Cesan los golpes. Dos o tres repasos a la mirilla. Aparentemente se han ido. Pero como el piso es interior no hay manera de saber qué nos espera en la calle. Ya en condiciones de atrevernos a algún movimiento sigiloso, se rompe y se tira (no recuerdo si también se quema) algún que otro papel.

Alguien sugiere completamente en serio una fuga ordenada y cautelosa… por la azotea. Y allá que nos marchamos con el firme propósito de emular al Fugitivo. Tardamos poco en comprobar que aquella opción era un reto incierto contra nuestras aptitudes atlético-acrobáticas. Y nos resignamos a ganar la calle por la puerta de lo que tenía toda la pinta de haberse convertido en una madriguera sin más salida que el Cuartelillo.

Bajamos por parejas, chico-chica. La primera, el Márquez con Chari Muñoz. Improvisando noviazgos. Acordando coartadas. Y encomendándonos a la sagrada memoria de San Carlos y San Vladimiro. La cita de seguridad en La Reja, en la calle Mesones.

Llegamos a salvo. No hubo detenciones ni brigadillas inquiriendo por nuestras coartadas ni por nuestros improvisados noviazgos. Probablemente aquel susto fue la réplica al que se llevó alguna vecina vieja y asustadiza ante tanto chavaleo barbudo y en vaqueros. Aunque para confirmarlo habría que investigar los partes de incidencia de la Brigadilla en aquella tarde-noche de septiembre que pudo haber terminado en drama.

Como aquella noche, cuando he vuelto a La Reja he recordado la pregunta que todos nos hicimos ante el consuelo reconfortante de una "morenita" de oloroso y dulce. Pero, ¿a quién cojones-coño se le habría ocurrido montar una reunión delante del Cuartelillo?

Nota: agradezco buena parte de los detalles con que he reconstruido esta historia a José Antonio Márquez. Quizás alguien de entre quienes la vivimos pueda añadir alguno más.

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